“Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.” Winston Churchill
Siempre he creído que cada día está lleno de oportunidades, y que de mí depende tomarlas o dejarlas. Hay personas que se quejan que no tienen oportunidades, otros se dicen a si mismo que sus oportunidades ya pasaron, se creen que ya las tuvieron y que ese tren no volverá más, sin embargo hay otros que si están tomando sus oportunidades y están haciendo que las cosas sucedan. La vida está llena de hombres y mujeres de éxito que vieron oportunidades aun en la calamidad.
Hay un cuento de Jorge Bucay llamado “El Portero de la Escuela” que nos invita a reflexionar.
No había en el pueblo un oficio peor conceptuado y peor pago que el de portero de la escuela. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque sus padres había sido portero de esa escuela y también antes, el padre de su padre. Durante décadas, la escuela se pasaba de padres a hijos y la portería se pasaba de padres a hijos.
Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del colegio un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Modificó las clases y después citó al personal para darle nuevas instrucciones.
Al portero, le dijo: A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de estudiantes que entran día por día. En el caso de padres, a uno de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidos y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes.
El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero…..Me encantaría satisfacerlo, señor – balbuceó – pero yo… yo no sé leer ni escribir.
¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga esto y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto…
Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo…
No lo dejó terminar. Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte. Y sin más, se dio vuelta y se fue.
El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a sí casa, por primera vez desocupado. ¿Qué hacer? Recordó que a veces en la escuela, cuando se rompía una cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo.
Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Tenía que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero recibido. En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había una ferretería, y que debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha.
A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa. Era su vecino. Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.
Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar… como me quedé sin empleo…
Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.
Está bien.
A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta. Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?
No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula.
Hagamos un trato – dijo el vecino- Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?.
Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días…
Aceptó. Volvió a montar su mula. Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.
Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?
Sí…
Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras.
El ex – portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue. «…No todos disponemos de cuatro días para compras», recordaba. Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas. En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes. La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje.
Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un galpón. Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después con una vidriera, el galpón se transformó en la primer ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente.
Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha. Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no? Las tenazas… y las pinzas… y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos….. Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la región.
Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una nueva escuela. Allí se enseñaría además de lectoescritura, las artes y loas oficios más prácticos de la época. El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo:
Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela.
El honor sería para mí – dijo el hombre -. Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.
¿Usted? – dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo – ¿Usted no sabe leer ni escribir? ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir?
Yo se lo puedo contestar – respondió el hombre con calma -. Si yo hubiera sabido leer y escribir… sería portero de la escuela!.»
¿Qué oportunidades están delante de ti?
Recuerda esto: cuando tengas una oportunidad deja las excusas de por qué no va a funcionar. No te desanimes, enfócate en hacer que funcione y has la parte que te corresponde. Acuérdate de quien te da la sabiduría y la fuerza.
Otro punto a recordar es que las oportunidades no son populares, puedes experimentar rechazo, sin embargo si has visto tu oportunidad de manera clara sigue adelante con perseverancia y determinación. Acuérdate que el que busca encuentra.
«Si no estás dispuestos a arriesgar lo inusual, tendrás que conformarte con lo ordinario.» Jim Rohn
Las oportunidades debes aprovecharlas, deja ya de lamentarte por el pasado y preocuparte por el futuro que no llega. El hecho de estar vivo es motivo suficiente para ir tras ellas y hacer realidad los sueños que Dios ha depositado en tu corazón. No temas que las puertas se te cierren, porque cuando algunas puertas se cierran, otras se abren. Y probablemente te has quedado viendo solamente las puertas cerradas.
Hoy es el mejor día para comenzar a ver las oportunidades, y si te cuesta verlas es tiempo de buscar un coach que te ayude a ver aquellas cosas que no estás viendo. Escribe a info@liderazgocreativo.com
En amor y liderazgo,
Pedro Sifontes
Coach y Conferencista
Sígueme:@psifontes
Gracias por esa lectura tan interesante. Es muy cierto su contenido. Aveces nos detenemos creyendo que vamos a fracasar y no seguimos adelante, pero cuando nos convencemos de nuestro potencial, vemos una puerta abierta que Dios la abre para seguir adelante con nuestros sueños y que se hagan realidad.
Gracias por su instrucción me sirvió para complementar mi prédica GBY