“La amabilidad es un “lenguaje” que los sordos pueden escuchar y los ciegos pueden ver” Mark Twain

Si hay algo que necesitamos en nuestros tiempos es la amabilidad, parece que se ha perdido de muchas organizaciones puesto que escuchamos son quejas de los líderes, comentarios negativos, insultos, comportamientos groseros, que destruyen la moral del equipo y llevan a la perdida de la confianza. Quizás sepas que si no hay confianza en el equipo, las personas se van a sentir disminuidas y no podrán dar lo mejor de si.

Un trato amable y gentil libera la suficiente oxitocina para que las personas mejoren su rendimiento y desempeño en la organización.

Ser amable no te hace débil, te hace una persona en la cual la gente puede acercarse y confiar.

Todo inicia y culmina con el liderazgo. Si el líder es amable, el equipo se vuelve más productivo, hay creatividad, innovación, cooperación y sienten pertenencia.

A las personas les importa el trato que le des como líder, y si tú le das un buen trato ellos se trataran bien entre todos y sobre todo a los clientes.

La amabilidad es muy apreciada, no la descuides porque su valor es incalculable.

Las organizaciones que practican la amabilidad siempre contaran con sus clientes, porque a ellos les gusta ir a sitios donde les traten bien, donde sean amables y gentiles.

Hay una fábula de Esopo que se llama “El Viento del Norte y el Sol” donde encontramos una enseñanza muy valiosa.

El Viento del Norte y el Sol tuvieron una discusión sobre cuál de los dos era el más fuerte y poderoso. Mientras discutían vieron a un caminante que llevaba puesto un abrigo.

—Esta es la oportunidad de probar nuestro poder y fortaleza —dijo el Viento del Norte—. Veamos quién de nosotros es lo suficientemente fuerte como para hacer que este caminante se quite el abrigo. Quien lo logre será reconocido como el más poderoso.

—De acuerdo —dijo el Sol—. Comienza tú.

Entonces, el Viento comenzó a soplar y resoplar. Con la primera ráfaga de viento, los extremos del abrigo se agitaron sobre el cuerpo del caminante. Pero cuanto más soplaba el Viento, más fuerte el hombre sujetaba su abrigo.

Ahora, era el turno del Sol y él comenzó a brillar. Al principio sus rayos eran suaves; sintiendo el agradable calor después del amargo frío del Viento del Norte, el caminante se desabrochó el abrigo. Los rayos del Sol se volvieron más y más cálidos. El hombre se quitó la gorra y enjugó su frente. Se sintió tan acalorado que también se quitó el abrigo y para escapar del ardiente sol, se arrojó en la acogedora sombra de un árbol al borde del camino. ¡El Sol había ganado!

 Moraleja: La gentileza y la amabilidad ganan donde la fuerza y la fanfarronería fallan.

 Con tu amabilidad tú puedes brillar como el sol, tú puedes irradiar una sonrisa, tú puedes escuchar a tus colaboradores, ser empático, tú puedes hacer que tu entorno sea mejor. Haz que tus acciones brillen.

En amor y liderazgo,

 

Pedro Sifontes
Coach for Leadership